La mano de Nerea que no ha parado de gesticular en todo lo largo que tiene la playa, charrando como las marujas que nos vamos cruzando y dejando pasar como si la orilla tuviera carriles.
Que bonitos esos paseos de la orilla que llenan el alma, sobre todos los del invierno. Y que familiares las charlitas tirados en la toalla o el que quiera en la silla.
Que bonitos esos paseos de la orilla que llenan el alma, sobre todos los del invierno. Y que familiares las charlitas tirados en la toalla o el que quiera en la silla.
Que bonitos tus textos. ¡Me encanta leerte!