Examen de filosofía y una pareja elegante.
Una pareja elegante
La gente sube corriendo las escaleras del metro, pero hay una pareja, de no menos de 70 años, que las baja con calma, cogidos del brazo, fijándose en los escalones. Él va con traje, de ella solo se ve el abrigo largo con capa en la parte de la espalda. De repente la elegancia parece pegada al tiempo, una depende de la otra. Si vas con calma tus movimientos son más acompasados, se ve cómo la ropa se mueve al ritmo para el que fue diseñada, aunque no sería raro que ahora, cuando un diseñador manda caminar a la modelo, le diga que mejor corra, que esquive a gente y que suba escalones de dos en dos, que así es como la gente la usará después. Le dirá que la pasarela no es la calle, que seamos realistas. La pareja elegante seguirá siendo algo raro de ver por el metro. Mientras ellos piensan en llegar con calma al teatro, y quizá hasta coger entradas en taquilla, los demás piensan en que si alguien baja, es que el metro ya está ahí, así que mejor subir corriendo. Qué poco elegante es ser tan prácticos.
Examen de filosofía
En el metro, un chico va hablando de Descartes y Santo Tomás por audio. Le habla al móvil, pero a alguien. Estarán estudiando para su examen de filosofía, él y su amigo. Ese examen lo tendrán que repetir dos veces mínimo. La semana que viene y en selectividad. Pero para eso aún quedan meses, aún hace frío y cuando el chico haga el examen de filosofía en selectividad no llevará la sudadera que lleva hoy.
Por su voz tiene que ser el amigo listo pero humilde y tranquilizador que te ayuda cuando no sabes por dónde empezar o a qué tema dar prioridad. Se le ve centrado y relajado. Cuando se equivoca de nombre de filósofo rectifica con un “ay”. Lo hace tranquilo, no cambia el tono de la voz, su amigo seguro que le agradece la calma y la ayuda. Ojalá que ese chico se mantenga en su buenura, y ojalá que sea como me lo imagino.