La gente que hace propósitos en enero (y no en septiembre, que es el verdadero Año Nuevo) suele hacerlos bien. Es decir, que no los cumple. Me decepcionarían que los propósitos de Año Nuevo se cumplieran.
He visto una story de una persona con el tick azul, en la que salía una sala de cine con una película proyectada y un texto acompañando que ponía: propósito 2024.
Perfecto.
Eso sería perfecto si no fuera porque es un buen propósito. Parece que proponerte algo es porque te va a costar hacerlo, y que si no te lo propones no lo haces. Esos son los típicos propósitos, los que pesan.
Y luego están los buenos, los que en realidad, es absurdo proponerse. No debería costarnos hacer cosas que nos gustan. No debería costarnos leer, ir al cine, quedar con amigos entre semana después de hacer durante bastantes horas lo que se supone que te permite hacer las cosas que de verdad te gustan, volver a tocar el instrumento que tocabas, etc.
“Volver a” es uno de los temas favoritos de las listas de propósitos. Volver a tocar el piano, volver a coser, volver a hacer ballet… aquí se meten las extraescolares de cole frustradas, las espinitas de los adultos que no aceptamos muy bien habernos dejado cosas a medias, sin terminar, sin saber del todo si se te daban bien o mal. Estaría mejor guardar un buen recuerdo de ellas, pero mejor, vamos a volver a intentarlo. Ya lo dejaremos, y ya volverán a aparecer en la lista de propósitos de 2032. Pero primero, vamos a creer que puede salir bien esta vez.
“Empezar a”. Empezar con un idioma nuevo, empezar con el carné de conducir, empezar a ir en bici al trabajo, o andando, empezar algo, ilusionarte con algo.
“X más”. Lo que sea más. Aquí entran los de leer más, llamar más a tu madre/tu padre/tu abuela/tu amiga la única que sigue llamando por teléfono, etc, pero más. Hacer algo más veces de lo que ya lo haces, darle más tiempo.
Y luego está “hacer deporte” que tiene una categoría aparte, y que está en las mejores peores listas de propósitos.
No nos cansamos de seguir intentándolo, es bonita la fe que tenemos en nosotros mismos, cada año. Los buenos propósitos no son tanto los que cumples, sino los que te sigues proponiendo.
Al año que viene, cuando te pongas a sacar las pepitas de las uvas de la gente a la que quieres, pensarás que un año más, llegas al año nuevo con los propósitos viejos por estrenar, y que te los volverás a proponer. Bonita fe.
Feliz último día del año, tened fe en vosotros, ojalá que sigáis un año más sin cumplir nada, y creyendo en todo.
Pd: me has gustado mucho 2023, me gustará ver cómo te transformas.
nunca habría categorizado mejor los propósitos, me encanta!!🫶🏼