Verano de entre semana
Una carta a destiempo porque a mí hoy me parece domingo. Pero es mejor, es lunes, lunes de vacaciones. De eso va.
Creo que hay dos veranos, uno que pasa en los fines de semana y otro que pasa entre semana.
Cuando trabajas, el segundo verano sucede por las tardes o noches, a lo que llegues, a lo que te dé tiempo. Y mientras tú tecleas o pones tus manos a hacer eso a lo que tú te dedicas, hay personas de vacaciones que están en Altea un lunes por la mañana diciendo “ay” cuando se clavan un guijarro caminando por la playa. Y sin gente. Ese dolor que se siente mientas estás eligiendo dónde poner la toalla con piedras en las 4 esquinas para que no se vuele. Ese dolor es el buen verano.
El mismo “ay” se puede decir otra mañana quejándote del calor subiendo una cuesta de Chinchilla para comprar un queso fresco del Morrón, pero qué suerte poder ir a comprarlo a las 12 del medio día. Cuando te ha apetecido. Y además no hay cola, porque es entre semana. Y tú estás ahí, entre semana, de vacaciones. Quejándote del calor. Qué gusto.
Es tan verano este lunes o este miércoles que empiezas a ver otra vez el Doctor Mateo, algún rato tonto, desde el capítulo 1.
Dejas los planes guays para hacerlos entre semana, porque habrá menos gente. Un martes cómo no va a haber disponibilidad de kayaks.
Entre semana puedes no reservar en el chiringuito, puedes jugártela a experimentar la calma que se supone que trae el verano, la que se busca en el pueblo, o la que se busca entre semana.