Una cosa que pienso
Cuando pienso (pensar pensamos siempre, pero pensar a posta, conscientemente, no es tan tan rutinario ni tan involuntario) bueno, que digo que cuando pienso me imagino a mí misma narrando algo. Como escribiendo en voz alta un libro que no existe.
Pues cuando pienso, a veces es como si me oyera a mí misma en voz alta. Me escucho decir las cosas, expresarlas, y a veces corrijo la forma de decirlas. Ya que puedo mejorarlo en mi cabeza, lo hago. Y así provecho, que luego en la realidad no puedes volver a decirlo aunque se te ocurra una forma mejor de hacerlo.
Pues en una de esas pensadas, me puse a pensar en el deporte y cómo me influye o más bien cómo no me influye. En todos mis argumentos lógicos y aplastantes para que se entienda que si no me satisface levantarme temprano para hacer algo que no me gusta, quizá es porque no debería hacerlo. Así que concluí conmigo misma en que odio hacer cosas por obligación.
Parece una tontería pero estamos tan acostumbrados a hacer cosas por obligación que pareces tonto si dices en voz alta: ‘’no quiero ir al gimnasio porque odio hacer cosas por obligación’’. Por eso no lo digo en voz alta y solo me imagino a mí misma diciéndolo a ver si se me ocurre una solución para estar sanota del cuerpo y encontrarle la gracia a hacerlo.
Tenemos tan asimilado que siempre hay que ceder, aceptar que haremos cosas que no nos gusta hacer, que parece más la norma que la excepción. Una cosa es fregar los platos o bajar la basura cuando ya te has cambiado, la vida. Pero aceptar rutinas solo porque hay que hacerlas a mí me enfada.
Los sacrificios son otra cosa: hacer algo que meh porque te compensa, esforzarte un poquito de más o aceptar que no te encanta pero te merece la pena porque luego viene la satisfacción. Y eso da un gustazo…que por eso se repite la operación. Todo eso sale de dentro, pero las obligaciones vienen de arriba, donde vive el pelo, como dice Hugo. Y a esa zona hay que torearla.
Así que, después de pensar un poco más, creo que lo tengo claro. Si alguien sabe de yoga en Madrid, que me diga. Solo encuentro yoga nivel préstamo hipotecario y resulta que tampoco me gusta pagar carísimo por obligación.
Feliz fin de semana.