Un Almax y a seguir
Mi amigo Víctor se levantó ayer diciendo que se sentía como si se hubiera tragado una bombona de butano abierta. Y yo le recomendé tomarse un digestivo. Si me hubiera referido a un Gin tonic, aún. Pero le dije que se tomara una infusión. Una infusión como remedio a la Navidad. Te pido perdón.
Y aún así, pese a la bombona, él no habría renunciado a ningún plato ni a ninguna persona de su mesa. Si eso, pediría más. Y sobre todo este año. Pero uno sabe cuándo debe contenerse. Ese es el secreto de estas fechas, saber cuándo parar y cuándo no. No solo con la comida. Qué pena que yo no sepa de eso.
A mí lo de poner límites, me cuesta. Y estos días al final siempre me saben a poco. Aunque esté doblada en el sofá maldiciendo esa última tostadita con más foie que tostadita. Antes de hacerlo me digo: “un día es un día”. Pero eso no vale estos días. Porque son muchos días.
Pero lo que de verdad se me hace indigesto a mí son otras cosas. Cosas sin importancia pero que se me atragantan. Por ejemplo, las fotos de la gente posando con el árbol y el belén. Yo lo siento pero la gente, así en general, no tiene nacimientos y árboles tan preciosos. Veo las fotos y digo “mira qué felices”. Pero ya está. Va en serio, hay que estar muy feliz o muy borracho como para no ver la realidad de las cosas. Y en Navidad pasan las dos. Así que, todas las redes sociales se llenan de belenes y árboles.
Quién me creo. Haced lo que queráis con vuestros posados. Yo ayer subí una foto-espejo a mi Instagram. No soy quién para hablar de lo que es digno y lo que no.
Pero no rompamos el espíritu de esta carta navideña. Nunca he sido del equipo del Grinch.
Igual que le pasó a Víctor por la mañana, mi tía pedía un Almax a las ocho de la tarde. Pero lo que en realidad quería pedir era una película navideña. Estaba claro. Se leía entre líneas. Entre retortijón y retortijón. No tiene efectos secundarios, solo precisa un ratito de reposo y nada a lo que prestar atención ni estómago por unas horas. Al día siguiente te levantas como nuevo. Listo para seguir generando y riendo chistes. Y digiriéndolos. Que es casi más importante.
Se recomienda una buena dosis de cualquiera de estas cintas: The Holidays, Mujercitas, Love Actually, el Diario de Bridget Jones, Solo en Casa, todas las de Harry Potter, Notting Hill (no es de Navidad pero da igual, pega) o si no la habéis visto, hoy es un día de resaca navideña perfecto para empezar a ver Anne with an E. Está en Netflix y es bonita desde la primera palabra que sale por la boca de Anne, sabia y fresca, hasta el trozo de madera más bruto y astillado que casi se percibe en la esquina de la pantalla.
Y justamente a Anne le encanta esto. Estar en familia. Inflarse a Navidad. Tomarse un Almax y seguir. Y a mí me pasa lo mismo. Las pelis me las pongo de fondo, lo que me cura es recuperarme en familia. Y luego volver a inflarme de ellos.
Anne y su padre. Casi tan bueno como el mío.
Feliz fin de semana, pero sobre todo feliz Navidad.