Cuando veo películas de agujeros negros y cosas del espacio, me quedo pensando un buen rato en el tema del paso del tiempo. Cómo pasan los años en la tierra y cómo pasan a la velocidad del miedo en un agujero negro, cómo envejecen unos y cómo se mantienen otros… ¿Qué pensará el sobrino del astronauta cuando su tío vuelva? ¿Le reconocerá? Pienso cosas así. Con la de temas importantes e interesantes que se tratan en esas pelis, me preocupan las canas que tendrá el sobrino del astronauta a la vuelta del viajecito de su tío.
Luego, ya un poco más terrenal, pienso en nuestro tiempo. El único que entendemos y al que estamos atados. Siempre decimos “no tengo tiempo” y otras veces, las menos, decimos “sí, vale, tengo tiempo”, cuando en realidad es el tiempo el que nos tiene a nosotros. Desde que nos despierta con una alarma hasta que nos vamos a dormir pensando en el tiempo que nos queda para volver a levantarnos. Todo el día pendientes del tiempo. De lo que dura la reunión, del tiempo que te queda después, de lo que tardas en llegar a casa y de si te da tiempo o no a pasar a ese sitio para lo que sea que no te dio tiempo a hacer el otro día. Y aún sales y dices “bien, tengo tiempo”, siendo él el que nos tiene puesta la correa a nosotros en la muñeca.
Después de enfadarme con mi reloj y quitármelo por una temporada (yo con los relojes voy a rachas) intento pensar nuevas razones para ganar al tiempo. La que mejor se me ocurre es pensar que en realidad, el tiempo no mide nada.
¿Qué mide el tiempo? ¿Las horas que pasas leyendo o lo que has leído? ¿El tiempo que pasas con tus amigos mide lo que has estado con tus amigos? Puedes pasar un día entero, que igual no estás allí ni media hora. Cuando estás con alguien, cuando tienes pareja, enseguida te preguntan “¿Cuánto tiempo lleváis juntos?” Pero nadie se atreve o no se le ocurre preguntar lo que de verdad hace a una pareja: “¿Os queréis?”
Amaia canta en una de sus canciones: “Pasar buen tiempo no es pasar tiempo” y si Amaia lo dice, yo me lo creo todo más aún.
Ni siquiera el tiempo mide las estaciones. Se supone que cuando pasan unos meses, es invierno, luego primavera, luego verano…pero es que ni así. Y menos con el cambio climático. Y menos si además de Amaia, también lo dice Jabois (algún día cambiaré de referencia): “Una vez mi abuelo me contó que quien decidía cuando era verano no era el tiempo, si no los veraneantes”.
Para mí la primavera empieza el primer día que no llevo medias ni calcetines. El día que el tobillo va libre. Y eso igual pasa un 20 de marzo como empieza un 14 de abril. O un 8 de mayo, que este año el invierno estaba perezoso.
Y como en Madrid hay mucho francés y mucha francesa desde hace unos meses, creo que también es verano. Lo que digan los veraneantes.
Feliz fin de semana, dure lo que dure.
Estoy muy de acuerdo con que pasar el tiempo no es lo mismo que estar de verdad! El tiempo para mi es solo un instrumento de medida, como el kilo o el metro, mucho o poco no existe, todo depende.. besos