Pasar el verano en La Mancha para los que no somos de La Mancha significa echar de menos la playa y hacerme un máster en piscinas municipales para confirmar que siguen sin gustarme y que para bañarme en ese agua helada mejor nos vamos al río que es más bonito, así que nos vamos para allá y acabo diciendo que mejor me quedo en las rocas porque en ese helor no hay quien se meta. Eso sí, las pozas muy bonicas. Pero que nadie diga que ha estado bañándose allí porque aunque vengamos del pueblo, no somos de la aldea y los de fuera no está bien visto que estén dentro. Así que acabamos volviendo a Chinchilla y al griterío y al atascaburras que está buenismo del tó, y luego a luego a la siesta con la fresca que lo de dormir tapado es un privilegio. Volvemos y volvemos a echar de menos a los que faltan en el pueblo y a los que se quedan en la ciudad, y les decimos que aquí cabemos tos, que se vengan, que este año tampoco habrá verbenas pero seguirá estando lo de siempre y de alguna forma, los de siempre. Lo demás, nos lo inventamos.
Eso sí, qué suerte que no haya que inventarse nada de lo que ya hay ni de lo que ya se recuerda, ni las noche en el patio, ni ese horizonte llano y plano que parece mar pero es campo, ni el castillo, ni la plaza, ni los aperitivos de los domingos, ni los domingos para los que salen de misa ni los domingos para los que directamente esperan a que los demás salgan, ni los jueves que es el nombre del mercadillo que se pone los jueves, ni los amigos que vinieron una vez y ahora quieren venir siempre, ni los sobrinos que son lo más bonito que pasa por la plaza, ni los forasteros porque lo somos, ni las chaquetillas de por si refresca, ni los grillos, ni el queso frito, ni la oreja, ni el ajo de mataero…
Qué bien suena el verano en el pueblo. Qué suerte tenerlo.
Ea.
Feliz fin de semana.
❤️
Que ganas de volver!!! Pasadlo fenomenal