Me contaba Cristóbal hace un par de días que acababa de morir Michael Collins: el astronauta que llevó al hombre a la luna. Cristóbal es astrofísico, así que normalmente, cuando me cuenta algo de su trabajo, no lo entiendo. Entonces yo le pregunto mucho, él me explica mucho y yo no siempre acabo entendiendo algo. Pero esto era sencillo, solo un dato. Yo toda contenta, pensando que esta vez sí sabía de qué me hablaba, me di cuenta de que lo estaba confundiendo con el actor Richard Collins así que nada, asentí y lo busqué en Google. Busqué imágenes para ponerle cara y no me salieron fotos suyas. Sino una en la que salen todos menos él.
Esta es la foto:
Una foto en la que sale todo el mundo menos él. Tal cual.
Su función era llevar a dos personas a la luna, que bajasen, y mientras, él se tenía que quedar dando vueltas. Orbitando* que sino luego me riñe Cristóbal.
Es la única persona que se quedó fuera de la foto. La única persona que no sale en la única foto en la que sale todo el mundo. La única persona que tenía justificado el uso de un palo selfie. O aunque sea, del selfie.
A la próxima, si te toca a ti hacer la foto a todos, acuérdate de Collins. Mira a lo que sea que tengas delante y piensa: soy el único que no va a salir en esta foto. Pero también soy el único que está viéndolos a todos. El único que tiene estas vistas. La única persona en el mundo que puede ver lo que yo veo.
Para mí, Collins, más que la única persona que se quedó fuera de la foto de todo el mundo, fue la única persona que vio a todo el mundo junto. Y en vez de quedárselo para él, nos hizo una foto.
Feliz fin de semana.
Reflexión top