Plis stop the music, gracias.
Menos mal que Motomami me ha pillado en una racha en la que sí quiero música todo el rato, porque hay otras que para nada. Hay veces que no me dejo escuchar música porque pienso de más, me imagino demasiadas cosas, me dicen demasiadas cosas las letras y yo no sé para otras cabezas pero para la que cuenta esto es regulero. Casi todos mis trenes Madrid-Alicante, Alicante-Madrid han sido sin música, y todo por no escucharlas. Obviamente.
Hay rachas que parece que todas las canciones te las han escrito a ti y que hablan de todo lo tuyo y eso cansa de tanto imaginar cosas porque las sientes. Y por eso hay rachas que no me pongo música, y da pena ojo porque es música, pero justo porque es música, va a donde tiene que ir, a la herida.
Un profe de la uni, Jesús Orbea, me decía que tenía que ser asesina escribiendo, y yo lo que creo es que les dio clase a todos y todas las letristas porque wow.
En esas rachas en las que no me importa pensar todo lo que me hacen pensar las canciones, pienso que qué pasará el día que no haya nada que imaginar cuando escuchemos una canción. Qué rollo y qué miedo que nos quedemos sin esa vidilla, así que mejor el drama. Para que te pasen cosas, te tienen que pasar cosas, que dice Víctor.
Pues eso, que para que te pasen cosas te tienen que pasar canciones. Y reconocerte en ellas, más que de tener ego es de tener mucha vida, y eso está bien. Creo yo