No hay fajas de libros sinceras

No hay fajas de libros sinceras.

Todo son críticas nada críticas sobre lo que, gente que escribe, dice de otros que escriben. Pero siempre dicen han escrito genial. Dicen que “obra maestra de la literatura actual”, “joven promesa de las letras”, “tan conmovedor como sincero”, “relato desgarrador sobre las emociones humanas”, “maravillosa prosa con estilo único”, “hermosa y compleja”, “no podrás hacer otra cosa si empiezas este libro”, etc.

Si los libros son para que los compre la gente que lee, un apunte sincero de alguien que lee, sin más, se agradecería. Que me diga alguien en la faja del libro: “si quieres llorar, coge este”, “si quieres algo ligero, este no es”, “da para subir frases subrayadas a Instagram”, “quedas genial regalando este”, “perfecto para verano, pasa en un pueblo” “es intenso, no me vino muy bien”. No hace falta decir que no lo compres, que es malo, pero algo tipo “si te gustan las comedias románticas fáciles de Netflix, cógetelo” se agradecería.

Si yo fuera una editorial (vamos a imaginarnos Blackie Books, que pega para esto) cogería a Andrea Savall (de Girls From Today) y convertiría lo que hace algunos domingos en su cuenta de Instagram, en fajas de libros. Yo he leído y visto cosas gracias a su ratito de terapia gratis con “Dime cómo estás y te recomiendo algo”. Pone una cajita con esa pregunta en stories, y tú le dices cómo estás, y ella hace su magia.

Sería útil que la faja sirviera para eso, para saber qué esperar de las letritas que hay dentro de los libros antes de leerlas, más que para hacerse la pelota entre los que las escriben.

Una mañana de entre semana, el señor que estaba sentado delante de mí en el metro, miraba sin querer ser cantoso la portada de mi libro. Tapaba la mitad con mi bolso, así que lo subí como si fuera mi decisión independiente a él, como si solo lo hiciera para yo poder leer mejor, aunque era para que él pudiera leer mejor.

Me apetecía decirle: "señor, cómo está y le recomiendo el libro… o no”. Creo que al señor le hubiera gustado, pero claro, no pudo leer en la faja un “obra maestra de la literatura actual” que lo convenciera.