Nadie quiere ser Miranda
Aviso que esta carta es un poco nicho, pero la tenía medio escrita en el notas, después y mientras veía los primeros capítulos del reboot Sexo en Nueva York, y aunque prácticamente sea una carta sin terminar ya que la serie lleva 3 capítulos, se puede ir opinando.
El tantas veces pronunciado por Carrie “y de repente”… aparece en inglés y escrito en letras azules, después del sonido mítico que sigue usando HBO y que por culpa (o gracias a) esta serie, cada vez que veo algo de esta plataforma me creo que va a venir un: ti, ti, ti, ti… y luego 19 minutos más de distracción y fantasía superficial a veces necesaria.
Cuando veía los capítulos sueltos, hace años, igual que cuando veía Gossip Girl y similares, me hacía las mismas preguntas: “¿yo quién soy?” Esa pregunta que en realidad esconde otra: “¿yo quién quiero ser?” Desvelando el punto aspiracional que tienen este tipo de series y que no hace más que ponernos en mundos que no son los nuestros y en los que solo nos vemos reflejadas cuando la pantalla está apagada. Pero bien, porque salir del mundo es lo que buscamos cuando nos metemos en la ficción.
Aún así, para mí, lo más real de esta serie, después de sus casi 100 episodios, siempre ha sido Miranda.
Pero tú pregunta o haz memoria, ¿cuándo alguna se ha pedido ser Miranda? ¿Cuando alguna se ha pedido anteponerse a ella antes que lo demás? ¿Cuándo alguna se ha pedido estar cansada de querer parecer sexy? Era mejor, más bonito y rápido ser la que quiere el vestidor gigante.
La grata sorpresa viene cuando, en los nuevos capítulos, a Miranda le cuesta ser la única Miranda. Sentada en una clase de Universidad, se ve rodeada en círculo de chicas y chicos que van a lo mismo que ella: aprender a defender lo que piensan. Lo que ella en sus 90’s, pero en los dosmiles largos. Con las opiniones y críticas (para bien) que eso conlleva. Y de repente…todas son Miranda.