No soy la única que piensa que ir a hacer la compra es un momentazo. Pero mola si le dedicas el rato, si te preparas. Lo que no me gusta es coger una cosita o un par de cositas todos los días. Esas cositas que de repente dices “ah bueno venga, cojo esto y hago algo”. Eso me gusta menos. Me gusta darle su horita a ir a la compra, elegir la bolsa que me llevo ese día, ser muy amable cuando doy a alguien con el carrito, porque siempre doy a alguien con el carrito, y que se note que estoy contenta por ir a comprar.
Me he dado cuenta de que, desde que estoy en Madrid, voy menos de compras y más a la compra. Y no me da pena, me encanta. Me siento chica joven adulta independiente. Ojo que igual que quedas para ir de compras, también puedes quedar para ir a la compra. A Alba le alcanzo lo de los estantes de arriba, Esther me chiva las mejores horas para ir al LIDL, Marta me dice si el tomate frito que compro es real food o no, y a veces le hago caso y otras no, perdón Marti, y cuando voy sola (que suele ser así) es mi mindfulness. Entonces le dedico tiempo, me lo tomo en serio. El otro día hasta saqué la calculadora porque me vino a la cabeza la voz de mi padre “tú tienes que mirar siempre a lo que sale el kilo”.
Ayer, antes de ir a mi planazo conmigo misma, leí este post de Marta D. Riezu (si pincháis, os sale), y me di una palmadita en la espalda a mí misma por haber ido a la frutería a coger de allí todo lo que pudiera.
Hacer la compra incómoda yendo a sitios donde no hay de todo, para comprar justo de lo que hay, es mejor que ir a un súper y arramblar con lo de allí. Eso hace que ya no sea ir al súper, sino ir a la compra. Se convierte en plan.
Feliz fin de fin de semana.
¡Momentazo! Es más, desde hace unos años he reducido al mínimo ir al supermercado. Me alegra el alma y el cuerpo ir al mercado. Charlar con los tenderos. Con los que más, con los fruteros. A veces me voy de cañas con José y todo. Así que fíjate qué momentazo :)