La playa
A Sito le encanta poner La Oreja de Van Gogh cuando hay que hacer una salida triunfal de la agencia, levantar los ánimos cuando nos dan las tantas, o cuando ya está muy animado el ambiente pero hay que hacerlo memorable. Cogemos los móviles, encendemos las linternas, apagamos las luces, Nando graba mientras se pone en pie y dice que ese vídeo, en unos años, hará llorar a Sito. Siempre suena “La Playa” o “20 de enero”. Esos son los hits de Amaia Montero con los que puedes derramar lágrima o subirte a la mesa.
En el Sing Star, esas eran mis dos canciones estrellas. Las cantaba mal pero llegaba a todos los agudos, y como el Sing Star es una máquina que no tiene sensibilidad, ganaba siempre. Los humanos no lo veían como una victoria, pero la máquina sí, y si en la pantalla pone “ganadora”, a mí me vale. Por entonces no sabía que mis noches de Sing Star iban a ser un entrenamiento para mis noches de agencia.
Hay un karaoke por Gran Vía en el que mi adolescencia se me mete dentro y pido Malibú con piña sin ningún pudor y “La Playa” para cantar. Esther se une y Adri también mientras viene corriendo diciendo “¡La canción de mi mamá!” y a La Playa se le van sumando adeptos y significados que, como anunció su autora en la letra, van haciéndola cada vez, un poco más “la canción más bonita del mundo”. Y aunque no lo sea, cuando la cantas sientes que lo es.
Cerca de la agencia, en una de mis zonas favoritísimas de Madrid, está La Playa. Es un bar con una terraza enorme que no se llama la playa ni intenta recrearla, pero Sito dice que le encanta porque le recuerda a la playa, así que así lo llama. “Vamos a la playa a tomar algo, os venís?”. Nando le dice que es un boludo, pero al final siempre lo acompaña en sus boludeces. Y nosotros detrás, sin pensarlo.
Sito dice que La Playa es su bar favorito porque le recuerda a una playa. Pero yo creo que es su bar favorito porque le recuerda a La Playa, y esa canción es tan suya, que ya es de todos.
Feliz fin de semana.