A jugar
Hacerse adulta es un poco un juego. De pequeña juegas a hacer cosas de la vida de los mayores, papás y mamás por ejemplo.
En papás y mamás, si eres el último que elige, te toca ser el hijo o la hija, y te picas porque parece que se lo van a pasar mejor los que son papá o mamá, mientras tú eres “solo una niña”.
Creces y te dicen que es al revés, que los que mejor se lo pasan son los niños, y entonces papá y mamá lo que querrían es jugar a ser pequeños, quizá porque llevan mucho tiempo jugando a ser papás y mamás, desde antes de serlo, desde niños.
Vi un meme de Shin Chan que decía “lo que pienso realmente cuando me oigo decir que me voy a trabajar”. Es él, midiendo medio palmo, en traje, al lado de adultos trajeados y con caras de agobio en un ascensor.
Soy Shin Chan. Todos los días tengo que asimilar que trabajo y tengo un sueldo, con mi edad, que mi edad ya es edad, y yo me siento en los 21, pero son más. Igual es por eso que me siento más cómoda cuando los jefes de la agencia dicen que Mono es un cole.
Hago las cosas que hacen los adultos: trabajar, la compra, pagar dinero por vivir en una casa (no la mía, la de una señora que tiene en propiedad un edificio entero, mientras yo tengo en propiedad un ordenador que me compré con mi primer sueldo yendo como Shin Chan a trabajar con los mayores siendo un niño).
Me tomo descafeinado después de comer porque es lo que hacen los adultos que luego quieren dormir para, al día siguiente, poder madrugar para ir al trabajo de los mayores.
Igual me hago adulta por imitación, pero evito el cansancio de los adultos, y los resoplidos, y los zapatos y los bolsos serios. Eso no lo imito.
Imito más a Barbie, que cada día elige su ropa pensando qué quiere ser hoy, a qué quiere jugar hoy.
Ese juego me gusta más.
Feliz fin de semana.