Y a las plantas. Entre mis padres, Ali y Marhu, y lo que le pregunto a la florista de al lado de la agencia, voy entendiendo a las flores. Y a las plantas. Entiendo que se estresan cuando cambian de casa, como nosotros. Aunque ese cambio sea un cambio buscado y querido, y aunque romanticemos las cajas de cartón en el salón, ese cambio estresa.
El 2 de diciembre colocamos la monstera haciendo que las hojas más bonitas nos miraran a nosotros, para que a nosotros nos pareciera bonito mirarla, pero ella ha ido moviendo sus hojas en otros dirección, han ido buscando el sol y ahora es ella y sus hojas las que buscan el sol del balcón porque son ellas las que, como otros seres vivos que son, buscan que el lugar donde miran les parezca bonito. Y se ve que el edificio rosa les parece más bonito que vernos a nosotros desayunar. Lo entiendo. Al principio, cuando aún no entendía a las plantas, yo la volvía a girar. Pensaba que limpiando o recolocando algo, la habríamos girado sin querer. Esta semana del 4 de marzo he visto que todas las hojas miran al edificio rosa que nos gusta mirar también a nosotros. No ha sido sin querer, han sido ellas queriendo.
Voy entendiendo a las flores igual que voy entendiendo a los humanos, que ya crecidos nos hacemos a sitios, a hábitos, a horas de comer, y que si te pasas de atención y de agua, les ahogas, como nos ahogas. Antes tenía gato, si no le limpiabas la arena te llevaba a la arena, te avisaba maullando, te tocaba la pierna con su cuerpo para que le siguieras. Ahora no hay gato, hay plantas y flores, que te avisan en silencio de que les cuides, que estés atenta, que van a necesitar agua, pero no vale siempre aprenderse cuando hay que regarlas, hay que estar atenta para saber cuándo necesitan que les riegues. Eso es cuidar de alguien (no de algo).
En mi lista del notas que se llama “quehaseres” está apuntado esto:
No sé cómo saberlo, no sé si es frío o que no está bien, pero al laurel hay que hacerle algo.
Me traje un olivo desde Alicante, mi padre me explicó cómo ponerlo según la orientación del balcón, para que las ramas que ahora están todas hacia un lado, se redirijan buscando el sol y se pongan rectas. Estoy esperando a que deje de hacer tanto frío para que no sufra al llevarlo del un clima cálido y húmedo (casa Alicante) a otro frío y seco (balconcito Madrid). Cuando le expliqué a Marhu por qué estaría el olivo dentro de casa unos días, yo creo que se sintió un poco orgulloso de que fuera entendiendo a las plantas.
Le regalamos a Javi tulipanes por su cumple. Los dejó en la agencia, en la parte de abajo, donde no hay luz natural. Él quiso dársela. No sé si Javi entiende a las flores, pero quiere hacerlo.
Yo me cambié de sitio hace unos meses, no miro al mismo lado cuando duermo, ni veo lo mismo cuando me tumbo, pero sigo yendo al mismo edificio en la misma calle para ir a dormir. Al principio, mis piernas se paraban en el segundo piso. Entendían que después de 3 años ese era su lugar. Este mes han empezado a subir solas un tramito más, y cuando vi que sin pensarlo había llegado a casa, entendí que mi cuerpo ya sabía cuál era su lugar.
Quizá lo que hace falta es entender a las flores para luego entender a los humanos, revelan mucho.
Qué bonito chufita