Alguien creó las vacaciones, pero nadie inventó el verano.
Cuando le tocan sus días al verano, las cabezas empiezan a pensar cosas, a esperar que pasen cosas, vivir muchas cosas, hacer muchas cosas. Pero cuando las cabezas tenían menos años, no esperabas ni pensabas ni hacías. Pasabas el verano más que explotabas el verano.
Tú hacías castillos de arena, y la única preocupación era que ningún niño tonto lo pisara (porque ese niño pasaba a ser “el niño tonto que me ha pisado el castillo” como si fuera su nombre y apellido) sentías que era verano. Dormías siestas, ibas a comer helados, dabas paseos, te bañabas mucho y veías a amigos o familia que durante el resto de días, los que no le tocan al verano, no ves mucho. Estabas de vacaciones y no pedías mucho más, no tener deberes de verano de muchas asignaturas, lo único.
Estar de vacaciones era una actitud que adoptabas al sonar la última sirena del último día de cole, y hasta septiembre, estabas así, de vacaciones. Supiste lo que eran las vacaciones cuando supiste lo que era ir al cole, las dos cosas iban de la mano, y cuando supiste lo que era trabajar y lo que era tener un sueldo, supiste también lo diferentes que eran unas vacaciones de las otras. Hay gente dice que lo ideal sería tener el tiempo de las vacaciones de un niño con el sueldo de las vacaciones de un mayor (que es como llamarían los niños a los que ganan dinero), pero igual era justo no ganar dinero lo que te hacía estar de vacaciones de verdad.
Dependías de tus padres, no solo económicamente, y esa relajación mental te hacía no preocuparte de a dónde ir, a ti te metían en el coche y a donde tocara.
A veces el verano se pasaba con amigos, o con primos y otras con gente que en sus casas tenían tapetes de ganchillo puestos sobre mesas camilla. La gente de los tapetes te contaba cosas que tus primos aún no habían vivido, aunque tú pensaras que los mayores eran los que iban a un curso o dos más que tú.
Pasar muchos años de tu vida teniendo dos meses y medio de vivir en vacaciones, te crea actitudes que se aprenden, se quedan y se asimilan, hasta que empiezas a cobrar un sueldo y los días de verano parece que se reducen a los días de vacaciones.
El verano dura más que las vacaciones, no hace falta esperar a los días que pediste en el trabajo para estar en verano. Se pueden hacer castillos de arena por las tardes, dar paseos y comer helados, engancharte a libros, meter en días de trabajo lo que haces en días de vacaciones, aunque sea por unas horas. Donde se complica esto es en Madrid, que parece que el asfalto te recuerda que no estás pisando playa ni pueblo. Las piscinas municipales de Madrid no cuentan lo mismo que las de un pueblo, y yo aún queriendo muchísimo a esa ciudad y lo que hago en ella y a las personas que la habitan conmigo, creo que podríamos hacer un Madrid D’Or ciudad de no vacaciones durante dos meses, solo dos, para que los mayores podamos vivir el verano otra vez.
Mientras tanto, yo aprovecho las horas de verano que se sienten al día cuando no estás pisando un asfalto continuo.
me encanta!!! totalmente de acuerdo con lo de "meter en días de trabajo lo que haces en días de vacaciones, aunque sea por unas horas", es lo que le está dando vidilla a mi verano y son como mini vacaciones (por horas) 🤌🏻