Me dejé la música puesta en casa para bajar a comprar patatas y chocolate. Aunque él no se lo imagine, he adquirido las obsesiones de mi padre, y cuando salgo de casa todo tiene que estar quitado. Hasta el mando de la tele tiene que estar quitado. ¿Cómo se quita un mando? Quitándolo del sofá.
Una vez pasó (le pasó a alguien que salió en las noticias) que explotó un mando que estaba encima de un sofá. Yo no recuerdo cuando pasó eso, pero desde que tengo memoria y conciencia de tenerla, mi padre quita y nos pide quitar los mandos de encima de cualquier cojín/sofá/sillón/manta, y si no: “¿Tú sabes lo que puede pasar si lo dejas ahí?”.
Cuando vivía todos los días del año en el mismo sofá que él, yo nunca lo quitaba de ahí. Pensaba que era imposible que pasara algo. Pero desde que mi sofá es otro, yo lo hago por él.
Bajé a por necesidades que solo son primarias en día festivo o en finde, mientras dejaba en casa la música puesta, porque la música en la tele no puede incendiarse (me decía yo a mí para convencerme) y me llevaba el runrún de haber estado horas inquieta por no saber si estaba bien leer en vez de escribir, o el de estar en casa en vez de en la calle, o el runrún de tantas otras cosas por las que una puede sentirse siempre culpable sin verlo venir.
Hacía sol en algunos trozos de calle, pero viento frío también, así que había que ir por los trozos de acera por los que los rayitos llegaban. Volviendo a casa con lo necesario en la mano, cambié de ruta porque había una señora. Había una señora mayor sola que estaba quieta en la esquina de una joyería. En mi cabeza se parecía a la señora que espera en la parada de bus de la película Barbie, la que responde “ya lo sé” cuando Barbie le dice “qué guapa eres”.
No quería ser intrusiva, así que esperé un poco desde otro lado para ver si alguien seguía caminando con ella del brazo, o si ella seguía caminando sola, no sé. No pasaba nada, así que retrocedí para irme por otra calle, teniendo que pasar por la esquina de la joyería e intentar averiguar, sin preguntarle a ella, si necesitaba algo. Cuando me pongo en ese tipo de pieles pienso “si yo fuera ellas, y una “yo” viniera a preguntarme si está todo bien, y si efectivamente sí lo está, creo que sin quererlo, por muy buena fe que esa “yo” tuviera, “yo” me estropearía el momento”.
Con naturalidad le dije a la señora “qué bien el sol!” Y me dijo que sí, que estaba muy a gusto y que por el sol no había que pagar. Le dije bromeando que en realidad sí, pero ella me dijo que por ese ratito que ella estaba pasando al sol, justo por ese ratito, en un trozo de calle, no. Se había abrigado y había bajado a apoyarse en la esquina en la que más sol daba. Ya está. Me dijo que me fuera bien el día. Intenté pasarlo como ella, haciendo una sola cosa.
Estuve 10 minutos planeando cómo averiguar si esa señora necesitaba algo, pero fueron 10 minutos comprobando que era yo la que necesitaba a esa señora.
Subí a casa y la música estaba puesta, pero el mando bien alejado del sofá.
❤️❤️❤️