¿Dejar o llevar?
No creo que haya sido casualidad que la noticia del reboot de Sexo en Nueva York haya coincidido con dos mudanzas en la familia. El grupo de WhatsApp está lleno de jerséis, camisetas y vestidos que están en duda y han sido sometidos a votación pública. Pero está vacío de otras prendas que claramente fueron un error. O parecían un acierto y el tiempo demostró que nos equivocamos con ellas. Ni las polillas se atreven a mirarlas.
Con la emoción de todas las noticia, he vuelto a ver la serie y revisitado las pelis de las 4 neoyorkinas. Cuando las veía hace años me sentía guay, adulta, pensaba que aprendía. Pues no. Se ve que no. Eso o que la versión morena de Carrie Bradshaw es una versión bastante fulera.
¿Lo del apartamentito ideal de renta controlada en el centro de la ciudad? Eso no existe. Renta controlada y alquileres en Madrid en la misma frase es un oxímoron. ¿En qué mini piso del centro hay un vestidor que coge todo el pasillo y tiene escaleras para llegar a los Manolo? El mueble de mi mini salón, donde está la mini tele, es la cómoda para la ropa. Porque literal que en otro sitio no cabe. Eso sí es mini. Pero a Carrie le queda muy guay decir que ella guarda sus jerséis en el horno. Eso en casa no pasa. No señora. Marta y yo tenemos el horno a disposición de las pizzas de los viernes y las patatas de los martes. Así que no, no aprendí mucho. Y menos mal. La clave es ver Sexo en Nueva York con un cartel al lado que diga “Niñas, no hagan esto en casa”. Levantando la red flag cada vez que Big vuelve a aparecer en la vida de Carrie, como me decía Silvia el otro día.
Independientemente de eso, a mí me encantan las escenas de armario. Soy súper original. Y cuando hay mudanzas, eso es lo primero que empiezas a mover. En una de esas escenas, las chicas van al apartamento de Carrie a ayudarle con el armario. Se muda. Años de aciertos y errores para empaquetar en cajas de cartón. ¿Dejar o llevar? Así durante dos botellas champagne. Que también te digo, así es más fácil decidir. Ese debe ser el método Marie Kondo. El que no te cuenta en los libros.
En casa hacemos, nuevamente, la versión fulera. Hugo esparce la ropa de Ali por donde le parece que debe estar, lo de las cajas no va con él. ¿Orden? Qué es eso. La verdad es que a Ali sí le habría venido bien el champagne.
Lourdes dice que lo que yo quiera dejar, ella se lo querrá llevar. Así que está el montón de llevar, el de donar, y el de Lourdes.
El problema llega antes de hacer los montones. Tener que decidir. ¿Esto me sigue gustando? ¿Me lo pongo? ¿Y si luego me lo quiero volver a poner?
Truco: Quédate solo con la ropa que te quepa en la maleta. La que aguante los viajes, las idas y venidas y los cambios de clima. Aunque vengan fuertes. El jersey que no hace bolas. Y eso que lo tienes desde 3º de ESO. El vestido que siempre repites. Los mocasines que siguen siendo comodísimos. Aunque tengas unos tacones preciosos. Da igual, no te lo pones. Será que tienes vértigo.
Hacer mudanzas y guardar la vida en cajas, te enseña más que Sexo en Nueva York: Llévate solo lo que nunca te cansas de ponerte. Lo que sobrevive a todo. Es lo que mejor queda.
Feliz fin de semana.