De mayor quiero ser señora
Yo cuando sea mayor no quiero ser mayor, quiero ser una señora. Ir a hacer la compra al mercado dejando un rastro de perfume mientras se mueven mis pendientes y darme prisa porque en un rato he quedado con las amigas para tomar el aperitivo. No se vayan a pensar los que están en la cola que estoy tardando tanto en decidir porque no tengo nada que hacer y de alguna forma me tengo que entretener
Las señoras están a otro nivel. Pasas por cualquier terraza y ves a gente de 20 y 30 desayunar a las 11, pero ellas ya están con la cerveza, las bravas y su pelo de peluquería. Mientras que nosotras nos sentamos al lado presumiendo de ir monas pero solo nos hemos peinado la melena con los dedos.
Hay grupitos de señoras que se repiten y son de mis favoritos. Los veo en la boca del metro de diferentes estaciones despidiéndose del grupo cogidas todas del brazo de la de al lado y diciendo que mañana se ven, pero que Clara no irá porque van sus sobrinos a casa. A veces me dan ganas de cogerme del brazo de ellas y quizá no notarían tanto que estoy ahí. En el trabajo dicen que soy la más pequeña pero que en realidad soy la más mayor porque llevo a una señora dentro. Alex también lo dice. Pero en realidad lo dicen porque no conocen a mi amiga Silvia, que es la chica más señora.
Igualmente, voy a tener que empezar a disimular hasta que cumpla 75. Voy a retrasar ir a la compra con el carrito de la compra. Lo llevas de pequeño cuando acompañas a tus padres a comprar, tirando de él como si fuera lo más divertido del mundo y luego creces y pasan años hasta que decides comprarte uno. Entonces no tiras, lo empujas para que no tire él de ti. Comprar un carrito de la compra es aceptar que eres adulto y además, un adulto sin complejos. Pero eso ya llegará.
De todas formas, ellas son las que mejor lo llevan:
La foto: “Señoras in places” una de mis cuentas de Instagram favoritas y a la que entro con miedo por si aparezco ya en alguna foto.
Feliz fin de semana.