La mesa en la que más tiempo paso, da al patio de un cole. Bueno, y el sitio en el que está la mesa se parece bastante a un cole. Mi mesa de trabajo la siento más bien pupitre y las reuniones son más bien recreos. Y no llevamos babis pero sí llevamos petos.
En uno de esos ratos de quedarte mirando por la ventana, como en el cole, escuché a una niña (ella sí llevaba babi y mochila) que gritaba a otra niña de babi: “Oye amiguita, ¡gírate que estoy aquí!” La madre, que la llevaba cogida de la mano, le preguntaba que cómo se llamaba su amiguita, y ella gritó que Ana Domínguez de 1ºB. Ana Domínguez se giró y le dijo a su respectiva madre que mira, que detrás estaba Laurita Fernández.
Esas niñas podían ser amigas del alma, pero ni aún con la confianza que da ser compis de mesa durante 3 cursos seguidos, dejarían de llamarse por su nombre y apellido. Igual era un daño colateral de pasar lista, pero la cosa es que Ana Domínguez de 1ºB, tardaría años en ser Ana.
Luego, pasan los años y pasan los cursos, y los apellidos se van perdiendo. Y van ganando las abreviaturas. Como si te cobraran por hablar, Alejandra es Ale, Sofía es Sof, Laura es Lau, Alicia es Ali, Lourdes es Lour, Irene es Ire, etc. Y aunque a Nerea solo les quites una letra, será Nere. A veces pasa que la abreviatura no te gusta, pero necesitas que el nombre coja confianza así que cambias Marta por Marti. No acortas pero le das amistad.
Siguen pasando los cursos y las abreviaturas se cambian por motes. Rubia, polli, darling, etc. Y cuando pasas un par de cursos más, llega el mayor gesto de amor entre amigos y amigas: el insulto.
Cuanto más feo es el insulto, más verdadera es la amistad. Perra, guarra, fresca, hijo de puta, puta a secas… yo tengo de esas en mi cole de ahora y la verdad que las adoro. Nos lo demostramos día a día con los insultos más feos.
Después de un “puta” hay una sonrisa de las que te salen por dentro porque sabes que si no hubiera kilos de confianza no habría insulto. Y obviamente si no hubiera confianza no habría amistad. Así que la regla de tres se quedaría en: si hay insulto, hay amistad.
No suena bonito pero en realidad sí que lo es, pasas de la formalidad de llamarle como en el DNI a llamarle guarra. Supongo que será una prueba para ver lo que aguantan los amigos, si la amistad es más fuerte que el insulto, es que es de las buenas.
Feliz fin de fin de semana, aún hay día para llamar a vuestras perras.
Voy a tener que inventarme un buen insulto que supere al apodo 🐣 Aunque no sé si quiero!
💚