A las buenas personas les pasan pelis de miedo
Las películas de miedo existen gracias a que también existen buenas personas, y si te fijas, todas empiezan con un acto de buena fe.
Veo pelis de miedo con Laura y Cristóbal, nunca sola. No tanto por si de repente aparece alguien con la motosierra en mi casa (para eso ya están las sábanas, para taparse y asegurarse de que no puede pasar nada malo) sino por la necesidad de compartir algo, de avisar que va a aparecer alguien por el otro lado de la puerta, o de apretar un brazo, pero sobre todo para ver cuál de los tres acierta quiénes son los malos y quiénes son los buenos.
Todas esas pelis de miedo no existirían si no existiera un personaje con buen corazón. Si unos padres no quisieran adoptar a una niña, no existiría La Huérfana, por ejemplo.
Escena inventada que podría salir en cualquier peli random: persona camina tranquila, escucha un ruido, ve que es alguien que pide ayuda, se acerca y pam, puñalada. Todo por querer ayudar.
Y esto pasa en las pelis porque pasa en la vida. Porque, aunque a menudo pensamos que a nosotros nos pueden pasar las cosas que pasan en una película, es al revés, en las pantallas recrean lo que nos pueda pasar a nosotros en la realidad. Por eso los personajes intentan ser lo más persona posible.
Con las pelis de miedo entendí lo que dice la gente, lo de que a las buenas personas también les pasan cosas malas. Supongo que entre malos y malas todos se entienden, pero tú vas por ahí con el pecho descubierto y entonces claro, se prevé el daño.
En nuestra realidad, nada peliculera, nos pasamos bastante tiempo intentando acertar en qué grupo de personas estamos todos. Quiénes son las buenas y quiénes las malas. Y mientras buscamos, o te haces del primer grupo, o te guardas una sábana en el bolso para poder taparte.
Lo bueno es que cuando te destapas, todo sigue igual. Es lo mejor de que esto no sea una peli.
Feliz fin de semana.