A desayunar a Cristina Oria con la chaqueta rota
El pie de lámpara que cogí de Wallapop lleva esperando 7 días en el punto de recogida. Si llega al día 8 se lo llevarán, eso sería horrible, así que ayer dormí menos para poder ir por mi lámpara antes de ir a la agencia. Elegí a posta que me dejaran el paquete en una zona que no era la mía para obligarme a ir hasta allá. Tenía que estar lo suficientemente cerca como para poder ir caminando y que funcionara como paseo, pero lo suficientemente lejos como para ir a sitios a los que no suelo ir. Me gustó esta forma de hacerme trampas a mí misma. Ponerme tareas temprano y lejos es la forma de empezar el día antes de lo que empieza el día normalmente, me hago trampas a mí y se las hago al tiempo. Já.
Siempre me da curiosidad la gente que se sienta en una cafetería a desayunar entre semana. Me digo que no todo el mundo trabaja en una oficina, que yo misma me voy a cafeterías a pensar, pero les veo sin ordenadores, entonces, ¿qué gente es la que puede sentarse a desayunar tranquilamente entre semana sin sentirse mal? La gente que va a recoger un pie de lámpara a las 8 de la mañana a un Kiosko de Ortega y Gasset. Ayer fui la gente, me encantó, me duró 20 minutos ser la gente pero me dio para romantizar al máximo pedirme un café en una cafetería bonita que parece París (Cristina Oria), hacerme selfies con la taza, pensar en la carta del día siguiente, y darme cuenta de que estaba rodeada de señoras con tacones que cruzan las piernas como se dice que debe ser: de lado, como una dejada caer sobre la otra. Las señoras y yo. Y yo es yo con una chaqueta muy bonita, pero muy rota. Antes de salir de casa dije “hoy es el último día que me la pongo”. Como si dices “este es el último trozo de pizza que cojo”. Y me fui a la zona de gente con chaquetas buenas pero con mi chaqueta rota.
Pensé que se merecía una despedida digna, y ni me la quité para desayunar, que se vea, que se vea mi chaqueta mientras me tapo con el pelo la parte pelada de los hombros que mejor que no se vea, que estoy con las señoras. Esa chaqueta de polipiel enfada a los concienciados porque es plástico, y enfada a las señoras de Cristina Oria porque no es piel. Pobre chaqueta bonita de polipiel, nadie la entiende menos yo, que sigo llevándola porque la quiero.
Mi móvil, que solo quiere hacer funcionar la cámara de los selfies (oh vaya) ya no me deja guardar nada en el carrete, así que sigo haciendo trampas y hago fotos desde el WhatsApp que tengo yo conmigo: “Hola Nieves guapa”. Es como una conversación conmigo misma en la que mi otra yo, es más maja conmigo que la propia yo. Pero funciona, sonrío cuando leo el nombre del grupo de una persona que soy yo. Ese mismo móvil mío que ha tenido una larga y feliz vida de 8 años, tampoco aguanta mucho la batería. Se apaga mi móvil mientras me bebo el café en Cristina Oria. Las señoras dejarán de ver cómo me hago selfies discretos, pero selfies, para ver en cuál sale la taza más mona. Antes de que se apagara he llegado a ver donde cogía la línea 5, llegaré perfecta y pronto a la agencia ,no hay problema con eso, el tema es que las cosas que quiero apuntar para la carta del día siguiente (esta carta) las escribo de memoria. Pienso palabras clave y me amenazo a mí misma con recordarlas: chaqueta, señoras, piernas, trampas, taza, selfie, plástico, WhatsApp madre Noe.
Whatsap madre Noe es el mensaje que me envió la madre de Noe con fotos de su rutina facial y palabras sobre por qué el retinol, por qué la crema de noche, por qué el sérum, por qué la niacinamida (esa me da miedo porque quita manchas y yo eso no me atrevo porque me quitaría las pecas un poco yo creo, no no). Cada vez estoy más cerca de ser las señoras de Cristina Oria. Encima llevo dos collares de perlas ahora. Ya soy. Pienso en que cuando llegue a la agencia le contesto, porque me ha hecho ilusión recibirlo y porque me ha ahorrado mucha búsqueda, ya sé que da resultados porque la piel de Mónica es lindísima, y porque cuando la vi el otro día cuando vino para que le diera lo que nos pidió Noe, me subió la autoestima, las madres son lo más.
Le tengo que decir a Lourdes que Cristina Oria estaba por allí, a ella es que le gusta mucho. También pienso eso desayunando en Cristina Oria con la chaqueta rota.
Me gusta mandar las cartas a la hora del desayuno, y me apetecía mandar una carta de mi desayuno, para ver si llega con el vuestro. Es lo más parecido a desayunar juntos que podemos hacer hoy. Tú, yo y las señoras de las piernas perfectamente puestas de Cristina Oria.
Feliz fin de semana.